jueves, 8 de octubre de 2015

Análisis de "La Leyenda de las Ballenas": Paikea, la renovación del mito fundacional y un pequeño acercamiento a la cultura maorí.


Menciona Taylor retomado por Kottak “la cultura es ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” un conjunto de personas que hacen y son cultura; uno de los elementos fundamentales para entender a las culturas son sus mitos.

     Para entender los mitos de una cultura se debe primero saber algún detalle sobre la misma, saber el porqué de sus danzas, de sus tatuajes, de sus cantos, de sus tradiciones, de sus costumbres, sus leyendas y la manera en la que ven y entienden el mundo que los rodea. De esta manera nos adentramos al mito de Paikea que es uno de los mitos maoríes donde describe su llegada a Nueva Zelanda.

     Para la cultura maorí los tatuajes están estrechamente ligados a los tallados que realizan en madera, para ellos todo en la naturaleza es sagrado y representa que todo está vivo; otra de sus tradiciones es el “hongi” que es el agradecimiento oficial maorí y consiste en tocar la nariz de otra persona con la suya y por supuesto la danza “haka” que sirve para ahuyentar al enemigo o para demostrarle que no se tiene miedo de él.

Un acercamiento para nosotros a esta cultura fue a través de la película La leyenda de las ballenas.
“En los días antiguos, la Tierra sentía un gran vacío. Estaba esperando. Esperando a ser llenada. Esperando a alguien que la amara. Esperando a un jefe. Y vino en el lomo de una ballena. Un hombre que guiaría a un nuevo pueblo. Nuestro ancestro: Paikea.”

De esta manera es como empieza una película cargada de simbolismos y analogías en torno a Paikea, el legendario jinete de ballenas y, Paikea Alpirana, una niña donde se encuentra el punto de quiebre y renovación de este mito fundacional. Situación que si bien es observable desde el inicio del film en escenas como su nacimiento y su interés en aprender la escuela que Koro ha organizado para encontrar un nuevo líder, se hace más evidente a través de la escena de la cuerda del motor del bote.

    En esta escena, Paikea desea saber más profundamente sobre cómo es que su ancestro lideró la migración de la comunidad desde Hawaiki, a lo que su abuelo Koro se niega pero accede a explicarle sobre cómo la cuerda con la que pretende hacer arrancar el motor del bote son sus ancestros y sus contemporáneos unidos: todos se encuentran entrelazados por la cultura y juntos son muy fuertes. A continuación la cuerda se rompe a causa de su necio afán y Koro se retira en busca de otra cuerda, pero en su ausencia, Paikea une nuevamente la cuerda, en analogía a la comunidad, para que esta pueda volver a andar como lo haría el bote de motor.

    Ante esto, Koro reacciona mal, diciéndole que no lo haga, pero no justifica su negación en que no es la primogénita o en que es mujer, sino sólo en que ella no debe hacerlo pues internamente, cree que una resignificación de las costumbres podría causar que se pierdan las raíces y la identidad de la etnia., reafirmando así lo que Paikea sabe y ha expresado a su padre, quien a ojos de Koro, también ha roto con el linaje de líderes de la comunidad: no soy el profeta que busca, no le sirvo a Paka; esto a pesar de ser ella la mejor candidata para tomar el lugar simbólico del líder, pues ha hecho propios los usos, costumbres, cánticos y tradiciones de la cultura maorí, y la vive a diario y tiene grandes deseos de preservarla, contrario a los niños convocados por Koro a la escuela, que si bien están comenzando a mostrar interés en actos como el arte de usar la lanza y las danzas, tienen como plan a futuro escapar de la comunidad y tener una vida más occidental.

   La situación vuelve a mostrarse con fuerza en la escena final. En ella observamos como decenas de ballenas han encallado en la playa y los esfuerzos de la comunidad por regresarlas al mar, en especial en ayudar a la ballena más grande, “la ballena de Paikea” sujetando su cola con una cuerda y tratando de regresarla al mar; pero la cuerda, justo como la del motor-cultura que Koro trataba afanosamente de hacer arrancar, vuelve a romperse, y la identidad cultural representada por la ballena permanece en la playa, lejos del mar donde podría ponerse en marcha y perpetuar su legado.

     Paikea, ya habiendo recuperado anteriormente el diente de ballena que Koro lanzara al mar en una desesperada prueba final a los niños de la escuela para hallar al líder, también sufre la situación y al ver a la ballena más grande, la monta como hiciera su ancestro Paikea y viaja en su lomo hacia el mar. La comunidad observa cómo uno de sus mitos fundacionales ocurre frente a sus ojos y se vuelve una experiencia común, renovándose en la figura de Paikea Alpirana, quien se alza como la reinterpretación de la lidereza que guiará a la comunidad.

     Ante esto la etnia se renueva. Se demuestra que hoy día sí es posible montar una ballena y por tanto, muchos otros elementos ancestrales pueden ser válidos: danza, ritos, cánticos, vestuario y el uso de la lanza son parte de las raíces de la etnia, que al ver reactualizado y uno de sus mitos fundacionales, retoma con interés renovado las costumbres propias de su cultura al participar con ánimo y energía en el viaje de la canoa por el mar.

   Los movimientos de manos característicos, desde su saludo y compromiso con el mar  y la naturaleza, desde ahí se teje todo. Más allá del mito de Paikea se encuentran elementos que caracterizan el ser mismo de una cultura.
     En el caso de los maoríes, y con el referente de la película “La leyenda de las ballenas”, encontramos categorías referentes a todo un actuar, sentir y ser de la cultura. Su arte, sus mitos, su relación respetuosa y estrecha con la naturaleza forman parte esencial para que todo aquel miembro por tradición se adentre y forme parte de dicha identidad.
     Cada uno de sus elementos tiene un significado, símbolos que por sí mismos, aislados y sin alguien que los enseñe, no lograría hacer que un individuo sea parte de tan preciado grupo. Los medios que podemos distinguir en este acercamiento a la cultura maorí van desde los cantos, las artes: tallado, tejido, la danza haka, comida, tatuajes en el cuerpo y rostro, arquitectura, tradiciones, entrenamiento de guerra y lenguaje; todo ello enseñado por los más sabios y ancianos a las nuevas generaciones dan el paso para que todo un proceso de enculturamiento comience hasta convertir al sujeto que participa de él en un ser cultural.
     Cada una de estas actividades se ve reforzada por el actuar colectivo bajo ciertas normas, desde el comportamiento, los lugares jerárquicos, la escuela o tipos de escuela, las funciones que como hombre o mujer deben cumplirse. Esto porque aun siendo y teniendo rasgos, quizá aún, más estrechos con los polinesios, los maoríes logran constituirse como únicos. En este sentido las características transmitidas desde su vestimenta, caracterización de cuerpo, la función de sus propios movimientos y gestos dejan muy claro lo que para ellos simbolizan: los valores, códigos de honor, fuerza, rudeza, que son parte esencial de esos símbolos, significaciones que se enseñan, se viven y se actúan en un todo. No basta con solo informar y mantenerse al margen de aquello que se enseña, es ser parte de aquellas experiencias comunes, en las cuales todos participan, y en las cuales se refuerza y se transforma la cultura y sus componentes.
     Retomemos la última escena de la película, un momento ceremonial especial de un grupo de maoríes que están relacionados con uno de los mitos más representativos (el mito de Paikea) por su ubicación cercana al mar y lo que el mito mismo representa. Un momento de bienvenida y celebración donde cada uno de los integrantes del grupo participa con elementos representativos, y que sin ellos no tendría el significado tan importante de aquella travesía que paso la protagonista, para que esta experiencia sea parte de la cultura y sus transformaciones es necesario darle una razón de ser a partir de todo los elementos de identidad cultural.

Equipo: La manzana de Pavlov
  • Franco Diaz Violeta Libertad
  • Rojas Munguia Karen Anahi
  • Serrato Minjarez Alejandra


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